Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. Mateo 6:9-10
Cuando Cristo dio a los discípulos las primeras instrucciones para orar, empezó dirigiéndose a Dios como “Padre Nuestro”. Al convertirnos en una nueva creación y nacer de nuevo, debemos ser conscientes, que cómo creyentes, también poseemos ese derecho. Dado que El Señor, es en consecuencia, Nuestro Padre Celestial, hemos sido entonces acogidos por Su cuidado que excede nuestra limitada y muchas veces inexacta, comprensión de sus caminos, y estamos, ya constantemente, y en ocasiones diversas, cobijados por su amor y Su Protección.
Por ello, y en ello, encontramos una de las más grandes razones, para confiar y no temer en medio de las dificultades de la vida, además teniendo en las escrituras, 3 grandiosas promesas adicionales que respaldan esta primera gran verdad y que veremos a continuación:
NUESTRO PADRE CELESTIAL ES AMOR Y ENTREGA AMOR. Primera de Juan 4.16 nos dice que El amor de Dios es inalterable y perenne, por lo que nunca cesará. Incluso cuando nos apartamos de sus caminos, nos corrige con afecto, pero a la vez con una disciplina efectiva y también compasiva (He 12.6).
ÉL SEÑOR ESCUCHA NUESTRO CLAMOR. Dios nunca se encuentra demasiado ocupado cómo para ignorar nuestras súplicas. Por ello, nos abre los brazos, invitándonos a acercarnos al trono de Su gracia para recibir la promesa de bendición, misericordia y dirección en medio de la dificultad.
EL PADRE PROVEE, GUÍA Y PROTEGE, SIEMPRE. Pues nos ha dejado la promesa, en Su misericordia sin límites, de suplir todo lo que necesitemos y protegernos de las trampas del enemigo (Mt 6.11, 13). Cada acontecimiento de nuestra vida pasa por el tamiz de su perfecta voluntad.
Espero que estas verdades y la hermosa misericordia del Señor que se expresa en las más de 3565 promesas de bienestar que nos ha dejado en Su Santa Palabra, renueven tus energías y tu fe en medio de la dificultad, y que de ellas obtengas una seguridad y una paz, que sobrepasa todo entendimiento.
Dios Te Bendiga.
Señor, que mis ideas preconcebidas o mis propias expectativas no nublen la realidad de que eres Mi Padre, y velas por mi en todo momento. Dame la fe para reclamar Tus maravillosas promesas y obtener la victoria en medio de las grandes batallas que la vida me presente. En El Nombre de Jesús, Amén.
