Aun en la risa tendrá dolor el corazón; Y el término de la alegría es congoja. Proverbios 14:13
Algunas personas enmascaran sus sentimientos de dolor con bromas o disimulando un semblante positivo. Tal vez seas una de ellas. Puede que no quieras compartir tus emociones con los demás por lo difíciles de asumir que te resultan. Puede que creas que las emociones son tus enemigas: revelar lo que sientes es dar poder a los demás. Incluso es posible que no sepas cómo comunicar tus sentimientos de forma saludable, por lo que a menudo te ves tentado a descargar tus frustraciones de forma encubierta o perjudicial.
En cualquier caso, guardas tus heridas dentro de ti y experimentas dolor y aislamiento mientras haces todo lo posible por mantener una sonrisa en la cara. Esta no es forma de vivir. Tu Padre amoroso ve más allá de tu fachada exterior para ver la verdadera condición de tu corazón. Puede que no seas capaz de comunicar lo que sientes, pero Él aún lo percibe. El Señor te conoce perfectamente, ve tus cicatrices ocultas y entiende perfectamente la razón por la que reaccionas a las situaciones como lo haces (Salmo 139:1-3).
Así que hoy, no finjas cuando se trate de tu tiempo a solas con Dios. Confíale el dolor de tu corazón. Sé abierto y sincero; después de todo, Él ve todo lo que sientes. Pero cuando des el paso de fe de confiarle tus luchas y abras tu corazón a Su sanación, Él te revelará la verdad que te hará libre. También te dará la alegría profunda y duradera para la que fuiste creado. Y ello, pondrá una sonrisa en tu rostro que nada en este mundo podrá quitarte.
Señor, perdóname por tratar de esconderme de Ti. Te abro mi corazón e invito a que cures mis heridas con Tu sanación que es perfecta. En El Nombre de Jesús, Amén.