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Orando la promesa #88: Vencer los celos y la envidia

Orando la promesa #88: Vencer los celos y la envidia

Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo. Efesios 4:31-32

¿Eres lo suficientemente sabio como para no dejarte consumir por sentimientos de envidia? La Biblia nos enseña claramente a amar a nuestro prójimo, no a envidiarlo. Pero a veces, a pesar de nuestras mejores intenciones, somos presa de sentimientos de resentimiento, celos y amargura, que vienen de sentirnos vacíos o disgustados cuándo otro a nuestro alrededor, alcanza lo que pensamos injustamente, no hera merecido por ellos y lo deseamos pera nosotros mismos. ¿Pero, por qué ocurre esto? Porque somos humanos, y porque vivimos en un mundo que da mucha importancia a las posesiones materiales (posesiones que, por cierto, carecen totalmente de importancia para Dios).

Así que la próxima vez que sientas que la envidia invade tus pensamientos, recuerda dos cosas: (1) la envidia es una semilla perniciosa que dara sólo cosechas dañinas para nuestro corazón, y (2) Dios ya te ha colmado de tantas bendiciones, que, si miras a fondo, encontrarás la clave de reconocer que el plan del Señor, siempre ha obrado para bien en Ti, aún cuando de forma inmediata o en tus propios tiempos no puedas notarlo a simple vista.

De todo esto, recordemos entonces, que la verdadera satisfacción no proviene de lo que poseemos, sino de reconocer y apreciar las bendiciones que ya tenemos. La envidia y la amargura son nubes de tiniebla que pueden ahogar el brillo de la alegría y la paz que Dios quiere para nosotros. Al elegir conscientemente la gratitud sobre los celos, la bondad sobre el resentimiento, y el perdón sobre la amargura, nuestros corazones serán cubiertos, más estrechamente con la voluntad de Dios para nuestras vidas. De este modo, no sólo experimentaremos más paz y alegría nosotros mismos, sino que también nos convertiremos en una fuente de bendición para los que nos rodean.

Señor, mantén mi atención alerta, para reconocer y desechar los sentimientos de envidia que puedan alojarse en mi corazón. Dame la sabiduría y la voluntad para vencer rápidamente los celos, la amargura o el resentimiento por aquellas cosas que a diferencia de mi, otros puedan poseer. Al contrario, centra mi mirada en Tu amor, en las grandes bendiciones que me has dado y en Tu presencia, que es la verdadera fuente de alegría y regocijo en mi vida. En El Nombre de Jesús, Amén.

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Confía en DIOS 

"Se feliz, porque la piedra nunca es tan grande si confías en Dios, porque las injusticias acaban pagándose, porque el dolor se supera, porque el coraje te levanta, porque el miedo te fortalece, porque los errores te hacen aprender y porque nadie es perfecto. DIOS hoy, camina contigo. Feliz Día."

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