Multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y daré a tu descendencia todas estas tierras; y todas las naciones de la tierra serán benditas en tu simiente. Génesis 26:4
Cuando una pareja se casa, jura amarse, honrarse y ser fiel el uno al otro hasta el fin de sus días. El cumplimiento de esas promesas tiene un efecto determinante en su relación. Si rompen esas promesas, su relación se resiente.
Génesis 26 comienza con la frase “hubo hambre en la tierra” (v. 1). Las hambrunas eran frecuentes en la antigua Canaán, pero eso no las hacía menos horribles. El hambre llevaba a la gente a desarraigar sus vidas para buscar comida. En esta parte del mundo, la mayoría de la gente sobrevivía dirigiéndose a Egipto. Debido a la crecida anual del río Nilo, Egipto no dependía de la lluvia para sus cosechas y a menudo estaba a salvo de la hambruna.
Isaac viajó a Gerar en busca de alimentos. Quizá se dirigía a Egipto, pues Gerar estaba en el camino. Aquí se le apareció el Señor y le advirtió: “No bajes a Egipto” (v. 2). Isaac no debía confiar en su propia capacidad ni en la sabiduría del mundo para sobrevivir a esta hambruna, sino sólo en Dios. Es la primera vez en la Biblia que Dios dice a alguien: “Yo estaré contigo” (v. 3). Dios afirmó la promesa que hizo a Abraham, de multiplicar la descendencia de Isaac y darles la tierra de Canaán (vv. 3-4). Dios pidió a Isaac que creyera y confiara en Su promesa, igual que había hecho su padre (v. 5).
Dios ha prometido estar con Sus hijos hoy y hasta el fin de los tiempos (Mt. 28:20). Ha prometido que, si tenemos fe en lo que Jesús ha hecho por nosotros, podemos tener vida eterna con Él (Juan 3:16).
¿Qué pudo hacer dudar a Isaac de la promesa de Dios? ¿Qué nos hace dudar de que Dios proveerá? ¿Cómo sería para ti creer que Dios es fiel y te guardará hasta el final (1 Cor. 1:8)?
Señor, Tú has sido fiel a Abraham, Isaac y Jacob. Les enseñaste a confiar en Ti y no en sus capacidades o en la sabiduría del mundo. Te agradecemos que del mismo modo enseñes y guíes a Tu pueblo hoy. En El Nombre de Jesús, Amén.
