No digas: Yo me vengaré; Espera a Jehová, y él te salvará. (Proverbios 20:22)
Aunque Nehemías contó con el apoyo abrumador de la comunidad judía cuando intentó reconstruir la muralla de Jerusalén, desde el principio de sus esfuerzos se enfrentó a la oposición de enemigos que preferían un Israel sin fortificar y vulnerable (Nehemías 2:10). Estos enemigos le hicieron la vida imposible: criticaron sus esfuerzos, amenazaron a los judíos e incluso mintieron al rey Artajerjes sobre lo que Nehemías intentaba conseguir.
Cualquier otro habría renunciado al trabajo en el muro para hacer la guerra a semejantes adversarios. Sin embargo, Nehemías comprendió que aquellos enemigos no tenían poder real para frustrar los planes del Dios vivo. Como había hecho anteriormente, Nehemías se dirigió al Padre en oración y animó al pueblo: «No tengáis miedo de ellos; acordaos del Señor, que es grande y temible… Nuestro Dios luchará por nosotros» (Nehemías 4:14, 20).
El Señor también lucha hoy por ti. Tal vez te enfrentes a una batalla similar: hay personas que impiden tu progreso, no tienes la influencia ni los recursos necesarios para seguir adelante y las críticas de los demás te han herido profundamente. Lo que debes recordar en tales circunstancias es que las luchas a las que te enfrentas representan una batalla de fe. ¿Escucharás las amenazas de los hombres, o confiarás en las promesas de Dios? ¿Permitirás que las circunstancias te desalienten, o creerás en Su carácter inquebrantable? O tendras la fuerza para confiar en que el Padre se hace plenamente responsable de tus necesidades cuando le obedeces, o no lo harás. Que quede claro: cuando el Señor te llame a una tarea, te ayudará a cumplirla, independientemente de lo que piensen o digan los demás. Confía en Él.
Padre, parece que no hay forma de que tenga éxito en la situación que hoy enfrento. Sin embargo, confío en que esto no es nada para Ti. Gracias por luchar por mí y llevarme a la victoria. En El Nombre de Jesús, Amén.