Como en el agua el rostro corresponde al rostro, Así el corazón del hombre al del hombre. Proverbios 27:19
Tu corazón siempre está traicionando la verdadera condición de tu persona interior: los problemas sin resolver, la falta de perdón, la falta de fe e incluso la confusión y la ansiedad que sientes. Puedes cubrir todo el dolor y el miedo y fingir que no están ahí, pero las heridas de tu alma hablan constantemente. El reto consiste en identificar tu dolor interior y luego impedir que impulse tus acciones permitiendo que Dios desarraigue sus causas subyacentes.
Por eso David oró: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos; Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno.” (Salmo 139:23-24). David se dio cuenta de que el Señor le comprendía mejor que él mismo. Así que invitó al Padre a liberarle de sus heridas ocultas con plena confianza en Su sabiduría, amor y poder.
Amigo, nunca podrás convertirte en la persona que Dios quiere que seas hasta que te ocupes de las cosas enterradas en lo más profundo de tu corazón. El Padre puede prescindir de las rutinas y las actividades, pero quiere todo de ti. Por eso David instruyó a su hijo Salomón: “reconoce al Dios de tu padre, y sírvele con corazón perfecto y con ánimo voluntario; porque Jehová escudriña los corazones de todos, y entiende todo intento de los pensamientos. Si tú le buscares, lo hallarás; mas si lo dejares, él te desechará para siempre.” (1 Crónicas 28:9).
Así que hoy, escucha lo que dice tu corazón y somételo inmediatamente al Padre. Él te mostrará la verdad en lo más íntimo y te liberará de todo lo que está oculto en tu interior.
Padre, como David, te ruego, escudríñame y conoce mi corazón. Mira si hay en mí algún camino hiriente y corrige mis pasos guiándome siempre por Tu camino eterno. En El Nombre de Jesús, Amén.