Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él. Proverbios 22:6
Una persona sabia edifica a los demás, especialmente a los miembros de su familia. Los creyentes sabios animan a sus compañeros de trabajo y son una bendición para sus jefes y clientes. Edifican a otros creyentes y comprenden que tienen la responsabilidad de ser un ejemplo en la sociedad, en casa y en la iglesia. Éste es el reto que Jesús planteó a todos aquellos que decidieron seguirle: implicarse activamente en el desarrollo espiritual de los demás (Mateo 28:19-20). Y, como sugiere el proverbio de hoy, la misma palabra parte del principio de que las personas necesitan formación es decir: el amor, el apoyo y la guía continua centrada en Cristo de quienes se interesan por ellas. Como revela el versículo, debemos instruirles en el camino que deben seguir, ese camino revelado en la Persona de Jesucristo, que con certeza y en forma definitiva declaró: “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Juan 14:6).
Dios creó a cada persona dotada de una personalidad, unos dones y unos talentos, que al ser direccionados por la entrega total a Jesús en obediencia, esa persona se convierte en un miembro fructífero del Cuerpo de Cristo. Por eso instruímos a los demás sobre cómo buscar a Dios y tener una relación íntima con Él. Del mismo modo, les formamos teniendo en cuenta las dificultades de la vida. Debemos transmitir una fe que resista la prueba del tiempo, y eso sólo puede hacerse si la construimos sobre la perdurable Palabra de Dios (Mateo 7:24-25).
Hoy, ¿aceptarás este reto para ayudar a los demás a crecer en su relación con Jesús? No sólo eres capaz, sino que Cristo te lo ha ordenado. Así que busca a otras personas a las que levantar, y ora para que Dios te ayude a guiarlas hacia una fe y una obediencia mayores.
Padre, estoy dispuesto. Muéstrame a quién quieres que sirva, instruya y dirija, y guíame para enseñarles a honrarte y a servirte. En El Nombre de Jesús, Amén.