Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; Y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad. Proverbios 16:32
Le habían golpeado injustamente, humillado y despojado de Sus vestiduras, y ahora estaban asfixiando a Jesús hasta la muerte por crucifixión. Era el Mesías -el Hijo del Dios vivo- y había venido a salvar al mundo del pecado. Aunque Su misión era la más sagrada y noble de toda la historia, el pueblo le pagó acusándole falsamente y poniéndole en una cruz para que muriera de una forma insoportablemente dolorosa.
Sin embargo, la respuesta de Cristo nos muestra la naturaleza del amor piadoso e incondicional: “Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen” (Lucas 22:34). Jesús sabía que si la gente se hubiera dado cuenta de quién era Él, nunca le habrían hecho esto. Lo hicieron debido a su limitada comprensión de los planes y propósitos del Dios vivo. Pero el Señor obró a través de su ignorancia para lograr la salvación del mundo.
Lo mismo ocurre contigo y conmigo. La mayoría de nosotros muchas veces podemos no comprender el impacto total de nuestras acciones. Sólo vemos nuestros comportamientos desde nuestro punto de vista, no desde el de los demás. Darte cuenta de esto puede ayudarte a ser indulgente con aquellos a tu alrededor, como lo fue Jesús. Pero es aún más útil comprender que todo lo que experimentas lo permite Dios con algún buen propósito. Puede que no comprendas Sus razones, pero si confías en Él en tus pruebas, encontrarás una intención redentora en ellas. Sí, las circunstancias pueden parecer irrazonablemente dolorosas e injustas, pero el Padre no te ha abandonado ni olvidado. Así que sé paciente con los demás y ten fe en que Dios tiene el control, y sin duda verás Su gloria (Juan 11:40).
Padre, gracias porque junto a Ti, tengo la esperanza de que no existirá la soledad y porque siempre cuento con promesas de victoria en mis pruebas gracias a Ti. Como David, confiaré en Tu asombrosa fidelidad y sabré que responderás. En El Nombre de Jesús, Amén.