“Trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también. Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos” (2 Timoteo 1:5-6)
¿Qué dones tienes para ofrecer al mundo? Nota que la pregunta no duda sobre tus dones, sino que asume que los tiene y reclama aquellos que Dios te ha dado en su compromiso como su creación. El Señor nos ha equipado con características únicas que combinan nuestra personalidad, pasiones, recursos, intelecto, valores, talentos, habilidades y en ese sentido Él quiere que las pongamos en acción para su propósito en nuestro día a día.
En las escrituras de hoy se nos guía en esa dirección, a obrar con nuestros rasgos para glorificar a Cristo. Pero se nos proporciona una enseñanza adicional: Los dones de Timoteo son reconocidos a través de la imposición del apóstol Pablo (Escritor del Pasaje), significando además que en este caso Pablo se percató de los dones de Timoteo para el trabajo en su ministerio.
Así, en las escrituras de hoy, a pesar de su corta extensión vemos dos sabias lecciones: Primero, Utilicemos los dones que Dios nos ha dado en su favor y avivémoslos cuando decrezcan, y segundo reconozcamos en otros sus propios dones, para que ellos puedan ser en El Señor, instrumentos de bien.
¿Con quién te encontrarás hoy? ¿Qué dones puedes observar en ellos? ¿Puedes buscar alguna forma de hacérselos saber? Pablo nos invita a poner los dones colectivos en acción y en ellos servir a Cristo con espíritu de amor, perseverancia y disciplina.
Intentémoslo hoy, que se aviven los dones, porque en El Señor todo es posible.
Señor, ayúdame a reconocer y reclamar los dones únicos que me has dado. Hazme también, instrumento para identificar en otros sus dones y de esa forma guiar nuestro esfuerzo de hermanos a hacer la diferencia obrando en tu palabra. En El Nombre de Jesús, Amén.