El corazón del justo piensa para responder; Mas la boca de los impíos derrama malas cosas. (Proverbios 15:28)
¿Te sientes presionada por una decisión que debes tomar? No es extraño. La tensión que experimentas puede proceder de otras personas que desean orientarte en una dirección determinada. También puede proceder de tu propia inseguridad por el peso de la elección o porque estás desesperado por un cambio. Pero sea cual sea el origen de la presión que sientas, no des un paso hasta que oigas a Dios. Si no tienes claridad del Señor, siempre es mejor esperar.
En lugar de tomar decisiones que puedan entrar en conflicto con Su voluntad, sigue estos sencillos principios para asegurarte de que confías en Su sabiduría y recibes Su guía. En primer lugar, elimina todos los obstáculos para escucharle, arrepintiéndote de actitudes y comportamientos pecaminosos. Segundo, asegúrate de que puedes decir honestamente que deseas que se haga la voluntad de Dios más que la tuya propia. Tercero, ejercita la paciencia sometiéndote a los tiempos del Padre. Cuarto, evalúa tu situación desde la perspectiva de Dios: ¿qué dicen las Escrituras sobre la decisión que vas a tomar? Quinto, persiste en la oración, confiando en que el Padre responderá en Su tiempo perfecto. Sexto, descansa en las promesas de Dios, permitiendo que sean una lámpara para tus pies y una luz para tu camino (Salmo 119:105). Por último, espera Su paz, que es la prueba de que estás siguiendo Su camino. Cuando tengas la dirección del Señor, Su serena seguridad reconfortará tu corazón y tu mente.
Amiga, el Señor no trata de mantener Su voluntad en secreto: quiere que tomes la mejor decisión en cada situación. El hecho de que aún no hayas recibido una respuesta de Él no significa que no te esté escuchando o guiando. Te escucha. Así que espera en Él. Reconoce que sólo Él tiene derecho a dirigir tus decisiones, y sabe que te dará sabiduría.
Padre, esperaré en Ti, a pesar de la presión. Confío en que Tú me guiarás siempre. En El Nombre de Jesús, Amén.