No tengas pleito con nadie sin razón, Si no te han hecho agravio. (Proverbios 3:30)
Es asombroso cómo incluso el más breve contacto con ciertas personas puede provocarnos nerviosismo. Puede que nos moleste su personalidad. Quizá tengan defectos de carácter, áreas de incompetencia u opiniones ofensivas. O tal vez los vemos como amenazadores, y no soportamos que tengan la capacidad de entorpecer nuestras vidas de alguna manera. Sea lo que sea, son muy eficaces a la hora de hacernos perder la paciencia y la tranquilidad.
Con demasiada frecuencia, puede que nuestra respuesta inicial sea responderles, de forma airada física o verbal. Ansiamos expresar nuestras frustraciones y protegernos de ellos. En realidad, esto no debería sorprendernos: debido a nuestra naturaleza caída, no estamos necesariamente programados para la armonía con los demás. Sin embargo, Jesús nos llama a una norma más elevada, cuando afirmó: “No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra” (Mateo 5:39). Nos llama a perdonar y a vivir en paz no sólo con los que nos frustran, asustan, molestan y ofenden, sino también con los que directamente nos hacen daño.
Esto puede parecer demasiado pedir para Jesús si tenemos en cuenta la pecaminosidad de la humanidad. Sin embargo, lo hace para tu beneficio y protección. Y recuerda que Dios dice: “Mía es la venganza y la retribución; A su tiempo su pie resbalará, Porque el día de su aflicción está cercano, Y lo que les está preparado se apresura.” (Deuteronomio 32:35). Puedes confiar en que Él arreglará las cosas a Su tiempo.
Así que si hoy tienes percepciones negativas hacia alguien, recuerda que la paz no sólo es posible, sino que es un mandato de Cristo. Así que pide al Espíritu Santo que te revele por qué esas personas desencadenan en ti esas emociones negativas y perdónalas como Cristo te ha perdonado a ti. Y confía en Dios para que te muestre cómo relacionarte con esas personas de un modo que te proteja y exalte a Jesús.
Padre, Tú sabes cómo me siento. Por favor, revela y cura la fuente de mi decepción con las personas que me afectan y ayúdame a amar y perdonar como Tú lo harías. En El Nombre de Jesús, Amén.