“Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese”. (1 Pedro 4:12)
El “fuego” de las pruebas viene a purificarnos de nuestros viejos hábitos, de nuestra vieja naturaleza, y a santificarnos. Imagina a esa persona que ha tenido la mentira como aliada toda su vida. Se encuentra con Jesús y descubre que no puede mentir, porque el padre de la mentira es el maligno. Abandonar esta práctica no será tan fácil. Requerirá esfuerzo, una búsqueda constante en la Palabra de Dios, oración y un gran deseo de ser transformado.
Por supuesto, la acción de transformación corresponde únicamente al Espíritu Santo. Pero depende de nosotros poner en práctica lo que hemos aprendido: “Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos”. (Santiago 1 22) Dios no es un Dios malvado que se complace en el sufrimiento de sus hijos. Al contrario, es bueno todo el tiempo y le complace ver a sus hijos felices y realizados. Sin embargo, como Padre perfecto que es, quiere vernos crecer.
Por eso, a menudo nos permite atravesar arduas pruebas, para así poder ver en nosotros un carácter perfeccionado y las potencialidades que él mismo nos ha dado, maximizadas. Seremos desafiados, probados, a diario, en situaciones cotidianas, para manifestar el carácter de Cristo en nosotros. El sufrimiento por habernos situado en el camino de Cristo no debe ser motivo de vergüenza ni de tristeza, sino de alegría, porque la gloria de Cristo, su belleza, se manifestará en nosotros (1 Pedro 4 13).
Él nos dará la fuerza que necesitamos para superar las dificultades y nos permitirá atravesar situaciones que no podemos soportar, dándonos, como lo establece La Palabra, “con la prueba, la salida”. Dios Es un Padre amoroso que conoce nuestra naturaleza, pues es quién nos ha creado. Así pues, ante cada dificultad que encuentres en tu camino con Jesús, no te desanimes, no murmures, simplemente exalta al Señor, confía en Él y recuerda El grandioso Sacrificio de Cristo por cada uno de nosotros. En ese camino, Dios perfeccionará tu vida y hará de ti todo lo que planeó que fueras antes incluso de que nacieras.
Que Dios Te guarde, Te guíe en ese camino y Te bendiga, hoy y siempre.