Y seré a vosotros por Dios, y vosotros me seréis por pueblo; y andad en todo camino que os mande, para que os vaya bien. (Jeremías 7:23)
A veces puedes desear liberarte de las restricciones de Dios y aprovecharte de las tentaciones que tienes ante ti. Imaginas el placer del que podrías disfrutar, lo que despierta aún más tus pasiones. Entonces empiezas a preguntarte por qué el Señor te negaría las mismas bendiciones que podrían satisfacer tan profundamente aquello que anhelas.
Sin embargo, antes de seguir adelante, piensa en esto: ¿Acaso deja de existir la fuerza de la gravedad simplemente porque alguien decide ignorarla? Evidentemente, la respuesta es no. Si una persona salta desde una altura considerable porque cree que volar le proporcionará gusto, emoción o placer, la ley de la gravedad se mostrará rápidamente inflexible. El resultado no será el deseado, sino una dolorosa caída.
Lo mismo ocurre con todos los mandamientos de Dios. Aquel que creó el universo comprende cómo funciona, y ha dado a conocer Sus decretos para nuestra protección. Dice: “Mas esto les mandé, diciendo: Escuchad mi voz, y seré a vosotros por Dios, y vosotros me seréis por pueblo; y andad en todo camino que os mande, para que os vaya bien.”
Dios te revela los peligros a través de Sus mandamientos para que puedas vivir una vida buena y fructífera. Una persona sabia comprende que si algo es lo bastante traicionero como para que el Señor de toda la creación lo señale para nuestra protección, entonces quizá debamos evitarlo.
Amigo, si Dios te advierte contra la participación en algo que parece proporcionarte emoción, satisfacción rápida o placer, es porque ve más allá del dolor que todo aquello causaría a tu alma. No lo hagas. Huye del pecado. Y agradece todas las formas en que tu Padre celestial te protege para que no tropieces.
Padre, gracias por protegerme de peligros invisibles de la vida y del mundo que me alejan de Ti, advirtiéndome a través de Tu Palabra. Ayúdame a obedecerte, y a seguir en todo momento Tu grandiosa voluntad. En El Nombre de Jesús, Amén.