Porque he aquí, los que se alejan de ti perecerán; Tú destruirás a todo aquel que de ti se aparta. Pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien; He puesto en Jehová el Señor mi esperanza, Para contar todas tus obras. (Salmos 73:27-28)
Como creyentes, comprendemos que Dios nos ama y desea bendecirnos con cosas buenas. Sin embargo, es esencial reconocer que Sus planes no siempre se ajustan a nuestros deseos inmediatos. Para comprender mejor nuestra relación con Cristo, es prudente examinar los deseos que ocupan nuestra mente y nuestro corazón.
Reflexionar sobre los deseos:
Dediquemos un momento a reflexionar sobre nuestras aspiraciones. ¿Hay anhelos específicos que nos consumen? Al examinar estos deseos, podemos obtener una comprensión más profunda de nuestra condición espiritual.
- El deseo de control:
Si nos encontramos persiguiendo constantemente el poder, la autoridad y el control, es crucial evaluar si hemos perdido de vista la importancia de la humildad y la rectitud ante Dios. Aunque es natural tener ambiciones, es esencial asegurarse de que nuestra búsqueda de influencia no eclipse nuestro compromiso con los valores piadosos.
- Sueños de riqueza y fama:
¿Anhelamos a menudo la riqueza, la fama o la acumulación de posesiones materiales? Es esencial reconocer que estos deseos pueden provenir de una sensación de vacío o de un anhelo de algo más profundo. Debemos recordar que la verdadera plenitud sólo puede encontrarse en una relación con Dios, el único que puede satisfacer las necesidades más íntimas de nuestro corazón.
- Alinear los deseos con la voluntad de Dios:
El salmista nos anima a “Deléitate en el Señor, y Él te concederá los deseos de tu corazón” (Salmo 37:4). Este versículo nos hace recordar que, aunque no está equivocada la idea de tener deseos concretos, debemos esforzarnos por ajustar nuestras necesidades y aspiraciones a la voluntad de Dios. En lugar de limitarnos a pedir lo que queremos, es importante orar para que Dios moldee nuestros deseos de acuerdo con sus planes y propósitos.
- Acercarse a Dios con valentía:
Algunos cristianos pueden dudar a la hora de pedir a Dios sus deseos, incluso cuando esos deseos son buenos y honorables. El miedo puede frenarles, dudando de si Dios les escuchará de verdad. Sin embargo, las Escrituras nos aseguran que podemos acercarnos al trono de Dios con valentía y confianza (Hebreos 4:16). Él nos invita a llevarle nuestras peticiones y a confiar en su naturaleza amorosa y atenta.
En nuestro camino de fe, es crucial evaluar los deseos que cautivan nuestro corazón. Al examinar nuestras aspiraciones, podemos obtener información valiosa sobre nuestra relación con Cristo. Aunque es natural tener deseos, debemos asegurarnos de que se alinean con la voluntad de Dios y no eclipsan nuestra búsqueda de humildad, rectitud y una conexión más profunda con Él. Al acercarnos a Dios con confianza, podemos confiar en que Él guiará y dará forma a nuestros deseos de acuerdo con sus planes perfectos.
Dios te bendiga.