La soberbia del hombre le abate; Pero al humilde de espíritu sustenta la honra. (Proverbios 29:23)
La Biblia advierte que el orgullo puede impedir nuestra relación con Dios. Dios se opone al orgullo y puede permitir fracasos para ayudarnos a vencerlo, como en la historia bíblica de la derrota de Israel en Hai.
Tras la victoria en Jericó, Israel se volvió orgulloso y desobedeció a Dios. Un soldado llamado Acán desobedeció al tomar botín de Jericó. Cuando Israel fue derrotado en Hai, Josué y los ancianos clamaron a Dios con humildad. Dios los guió a enfrentar el pecado entre ellos y luego conquistaron Hai.
A veces Dios puede usar fracasos para enseñarnos lecciones valuosas. Si el fracaso de hoy conduce al éxito mañana, puede valer la pena. Cuando fracasse, observa tu respuesta con humildad y pregunta a Dios lo que Él desea que aprendas. Los fracasos pueden volvernos más sabios si los enfrentamos con una actitud correcta, de humildad, de obediencia y de fidelidad a la voluntad de Nuestro Padre Celestial, que como nos afirma la Palabra en Jeremías 29:11, son más altos, más perfectos y los mejores para nuestra vida.
Oración:
“Padre Celestial, me presento ante Ti con humildad, reconociendo que todo lo que tengo y todo lo que soy se debe a Tu gracia y a Tu misericordia, Ayúdame, Señor, a alimentar un corazón humilde que refleje Tu carácter. Enséñame a apreciar a los demás por encima de mí mismo, a servir desinteresadamente y a adoptar una actitud de sumisión a Tu voluntad.
En los momentos de orgullo y prepotencia, recuérdame con dulzura Tu ejemplo perfecto de humildad en Jesucristo. Que pueda seguir Sus pasos, caminando humildemente ante Ti y ante los demás.
En el nombre de Jesús, te lo ruego. Amén”.