No seáis como el caballo o el mulo, que no tienen entendimiento, que están atados con bridas y cabestros; de lo contrario, no os obedecerán. (Salmo 32:9)
El caballo y la mula no poseen razón ni voluntad, por lo que, cómo toda la creación animal, se rigen por la fuerza bruta. Sólo obedecen cuando se les obliga mediante el sufrimiento causado por bridas, cabestros, espuelas y látigos. Dios exige nuestra obediencia y se regocija en ella, pero debe ser una obediencia voluntaria que brote del corazón, pues nos ha dotado con razonamiento y libertad que nos hace responsables para tomar acciones propias que nos conduzcan a Él. Debemos elegir decir “no” a la tentación y al pecado, y “sí” a Dios.
El salmo de hoy fue escrito por David y se refiere al episodio en que se involucró con Betsabé. En aquel momento, David había actuado como un animal, dando rienda suelta a sus instintos. Luego, como una mula testaruda, intentó encubrir sus pecados. Pasaron muchos meses de sufrimiento entre el acto pecaminoso y su regreso a Dios. Sobre aquellos días escribió: “Mientras callé, se envejecieron mis huesos En mi gemir todo el día. Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; Se volvió mi verdor en sequedades de verano”.. No estaba bien. No vivía bien durante el día; no dormía bien por la noche. Seguía ocultando sus pecados. Esta situación afectaba a su cuerpo, a su mente y a su espíritu. Como él mismo reconoció más tarde, “Muchos dolores habrá para el impío” (v. 10). Pero este sufrimiento le preparó para aceptar la reprimenda de Dios, confesar su pecado y ser restaurado (v. 5).
En cambio, uno de los ejemplos de obediencia más conocidos de la Biblia es el de José, cuando fue tentado por la mujer de Potifar. No era una situación fácil para él. Ella le tentaba todos los días. Si cedía a la tentación, podía contar con sus favores y privilegios. Además, no tenía a nadie con quien hablar o en quien apoyarse. Era huérfano de madre y su padre estaba lejos. No tenía amigos afines a él. Sin embargo, eligió ser fiel a Dios. Dijo “no” a la tentación y al pecado, y Dios le bendijo ricamente.
¿Qué tipo de tentación llama a menudo a la puerta de tu corazón? ¿Cómo te enfrentas a ella? Cuando conoces la voluntad de Dios para tu vida, ¿obedeces de buen grado o intentas resistirte a sus nobles inspiraciones? ¿Tienes que pasar por sufrimientos?
Pidamos al Señor que ilumine nuestra mente y nos dé la sabiduría para siempre prevalecer en la prueba.
Dios Te Bendiga.
Padre Celestial, al presentarnos hoy ante Ti, te entregamos nuestras vidas por completo. Ayúdanos a tomar nuestra cruz y a seguirte fielmente. Enséñanos el verdadero significado de la abnegación y el sacrificio por amor a Ti. Que encontremos nuestra identidad en seguirte y servirte, y no en las cosas de este mundo. Protégenos y líbranos siempre del mal Padre, te lo pedimos, En el nombre de Jesús, Amén.