Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas, En cuyo corazón están tus caminos. (Salmos 84:5)
Cuando vemos la vida desde la perspectiva de Dios y aceptamos la verdad de Su soberanía, es menos probable que nos hieran las frustraciones. Cristo afrontó la cruz con aplomo porque no depositó sus expectativas en los hombres, sino en Aquel que podía resucitarle de entre los muertos. Dio su vida, se desangró hasta morir por pecadores indignos como nosotros, porque sabía que, gracias a su fidelidad, vería el fruto de su sacrificio de amor, los elegidos de Dios alcanzados y justificados por su obra consumada en la cruz.
Un creyente contento con Cristo y con su voluntad encontrará un contentamiento sobrenatural que le permitirá sobrevivir incluso a los días más difíciles y transitar los caminos mas escabrosos de la vida, con confianza, resiliencia y tranquilidad admirables, que reposarán en la confianza de saberse cuidados y alcanzados por el amor de Su Padre Celestial. Cuando sepamos en quién hemos creído y comprendamos que hasta los granos de polvo que vuelan en el cielo son impulsados por su voluntad soberana, seremos más capaces de soportar el dolor y la decepción.
Así Sea.
Oración:
Señor, gracias por la bendición de darnos la oportunidad de morar en Tu presencia. Tú eres la fuente que me llena de fortaleza, gracia y favor. Ayúdame a confiar en Ti de todo corazón, sabiendo que cada paso que doy en Tu presencia está lleno de propósito y significado, siempre guiado por la voluntad de bien que tienes para mi vida. Padre, permíteme encontrar mi satisfacción sólo en Ti, pues Tú eres el sol y el escudo, que concedes bendiciones a Tus hijos. Que mi corazón esté siempre deseando el bálsamo de Tu presencia y mi vida sea un testimonio de Tu bondad ante aquellos que me rodean. Te lo pido, en el nombre de Jesús, Amén”.