No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia. (Isaías 41:10)
El miedo, la derrota y la desesperanza pueden hacer que te sientas solo. Puede parecer que nadie comprende lo constantes y opresivas que son tus emociones. Uf. Ojalá alguien lo entendiera de verdad y estuviera contigo. Quizá no puedan resolver tu problema, pero no te sentirías tan solo si alguien estuviera contigo. La presencia de un amigo sería un gran consuelo.
Aquí tienes una gran noticia: no estás solo. Nunca. Dios prometió estar contigo en todo momento. Y no sólo eso, también prometió darte la fuerza necesaria para superar todo lo que tengas que afrontar. No sólo aparece cuando tienes un problema; está contigo todo el tiempo. Eso significa que nada puede tomarte por sorpresa.
Así que, cuando la vida se complique y sientas que no puedes aguantar, sigue poniendo un pie delante del otro. Un día te darás cuenta de que las cosas van mejor. Te darás cuenta de que lo conseguiste porque Dios caminaba silenciosamente a tu lado, y cada vez que necesitaste un impulso de fuerza, energía o esperanza, te lo dio, aún cuando no te hubieses dado cuenta al instante. Cada vez que necesitaste un abrazo espiritual o una palmada en la espalda, te la brindo en Su amor, a través de algo o alguien.
Y es que sólo la presencia de Dios en nuestra vida, nos aporta verdadero consuelo, fuerza, esperanza y perseverancia en todo aquello que enfrentamos.
Avanza y confía.
Dios Te Bendiga.
Oración:
Señor, gracias por Tu promesa de acompañarme en todo momento, y de ofrecerme Tu mano poderosa, para librarme del mal, del enemigo que quiere impedir mi avance y de la angustia y dolor de las pruebas de la vida. Junto a Ti, nada podrá retrocer mi avance. Gracias por Tu presencia. En El Nombre de Jesús, Amén.