Un varón de la familia de Leví fue y tomó por mujer a una hija de Leví, la que concibió, y dio a luz un hijo; y viéndole que era hermoso, le tuvo escondido tres meses. (Éxodo 2:1-3)
¿Recuerdas lo que mencioné en el devocional anterior? ¡Dios trabaja en los detalles! El capítulo 2 del Éxodo nos mostrará cómo Dios interviene en nuestro mundo mientras ejecuta su precioso plan de salvación. Vean al Eterno actuando en el hecho de que Yochabel pudo esconder a su hijo Moisés durante 90 días. Vean su sabiduría al dejar al niño en el Nilo en una cesta entre los juncos, sellada con alquitrán y betún (lo que garantizaría su supervivencia y, quién sabe, tal vez alguien lo encontraría aún vivo, como de hecho ocurrió). Ve a Dios en el hecho de que la hija del Faraón lo encontró. Ve a Dios en el hecho de que no arrojó al niño al río, sino que tuvo misericordia y compasión. Ahhhhhh, ver a Dios también en el hecho de que su hermana Miriam le ofreció a la hija del Faraón, en ese mismo momento, una nodriza y ella aceptó (¿cómo iba a aceptar la hija del rey el consejo de un plebeyo?). Explícame, por favor, cómo la propia madre del niño puede recibir el derecho a cuidarlo y seguir recibiendo un salario por ello. ¡Dios trabaja en los detalles!
Moisés creció y se educó en la ciencia de los egipcios. En un momento de tensión, mató a un egipcio que estaba golpeando a un esclavo hebreo. Este “detalle” lo llevó fuera de Egipto, a la tierra de Madián. Allí formó una familia y tuvo hijos. Allí se le apareció Dios. ¡Dios trabaja en los detalles! Considera humildemente la soberanía divina en las pequeñas cosas de esta vida. Fíjate en cómo condujo cada paso del camino que sacó a Moisés de Egipto, hasta el último milímetro. ¿Por qué dudar de que ese mismo Dios es poderoso para guiarte, incluso en los detalles?
Señor, que entienda que obras en todos los detalles, hasta el más mínimo de mi vida y por ello no debo sino confiar en Tu guía poderosa que me sostiene en todo momento. En El Nombre de Jesús, Amén.