Salió Dina la hija de Lea, la cual esta había dado a luz a Jacob, a ver a las hijas del país. (Génesis 34:1)
La Biblia nunca oculta los errores de los siervos de Dios. Incluso en la familia de Jacob se pueden identificar los pecados y el triste resultado de decisiones cuestionables. Génesis 34 aporta una historia paralela a la de Jacob, relatando el episodio en que su hija Dina es maltratada por Siquem, hijo de Hamor, que era príncipe de aquella tierra. Génesis 34 es un ejemplo de la majestad y omnipotencia del Señor, pues Dios no pierde el control de la historia, ¡incluso cuando sus siervos son obstinados y persiguen deseos mundanos que los apartan de sus caminos!
Esta historia prepara al lector para los acontecimientos que tendrán lugar en la vida de José (Gn 37), mostrando de antemano que sus hermanos eran obstinados y crueles, y también nos dando cuenta de que incluso entre aquellos con los que Dios persigue un plan puede haber pecados muy graves y decisiones morales cuestionables. Sin embargo, Dios es Dios y trabaja en medio de personas como tú y yo. No somos mejores que los hermanos de Jacob. Lo que tenemos de bueno en nosotros es Cristo, y lo que nos sostiene es la gracia de Dios, ¡sólo Su infinita gracia!
Así sea.
Dios Te Bendiga.
Señor, Tu gracia es tan maravillosa, gigantesca e insondable, que aún siendo imperfectos y muchas veces obrando en contra de Tu voluntad o Tu ley, nos das una segunda oportunidad y nos aceptas con Tu perfecto amor, porque no quieres que ninguno de Tus hijos se pierda. Por ello te pido Padre que renueves para mí Tu misericordia cuando cometa un error o cuando omita u olvide servirte con verdadera gratitud y fidelidad, que recuerde que como Padre amoroso nos aceptas sin condiciones y que debo responder con el mismo amor a esa maravillosa verdad. En El Nombre de Jesús, Amén.