Romanos 15:13 : “Que el Dios de la esperanza os llene de todo gozo y paz en la fe, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo”.
Una de las razones por las que mucha gente encuentra problemas en el camino de la fe es porque parece ir en contra de la intuición, y todo aquello que responde a la agudeza de nuestro sentidos: lo que podemos ver, palpar, escuchar, probar. Aparentemente, la fe está en el lado opuesto del pensamiento racional. El mundo tiende a formarse opiniones en base a las apariencias externas y las circunstancias al pie de la letra. Sin embargo, las apariencias engañan. Nunca podremos discernir con sabiduría, la verdad sobre ninguna situación, a menos que la analicemos desde una perspectiva divina, y eso requiere fe.
La fe es una paradoja, parafraseando la carta a los Hebreos 11 en su primer versículo se nos refiere que La fe es estar seguros de lo que esperamos y la prueba de las cosas que no vemos. Dicho de otro modo, podemos decir que la fe es confiar sin dudar, y sin necesitar una prueba a la que respondan los sentidos o algo que debas necesariamente, comprobar físicamente. Por ello, cuando no sepas qué hacer, ¡créele a Dios! En el momento en que nada tenga sentido, ¡confía en Él!
Y por otro lado, para completar nuestra ecuación necesitamos estar atentos a la dirección de nuestra fe. A dónde apuntamos específicamente nuestra creencia, y quién mejor que Jesús para instruírnos cuando dijo: “Tened fe en Dios” Mc 11,22. No confíes en las situaciones ni en las personas, sino en Dios. Él es inquebrantable. Las personas decepcionan, las estrategias fracasan, los empleos se pierden, nuestros cuerpos son frágiles, enfermamos. Pon tu fe en El Señor, y en Su Reino que nunca caerá. Él nunca defraudará. El Señor es firme, estable, eterno.
Así sea.
Dios Te Bendiga.