Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas. (Mateo 6:14-15)
El perdón está estrechamente relacionado con la confianza. Dios sabe que es tu mayor necesidad y por eso te proporcionó un Salvador. A cambio, tú eliges responderle con fe, confiando en que Él te salvará. Luego, debes extender el perdón a los demás, tanto la noticia del perdón de Dios en Cristo como tu propio perdón a los que te han hecho daño personalmente.
Decir “lo siento” es un comienzo, pero sólo puede expresar tu pesar. Pedirle a alguien que te perdone es poner el poder en sus manos. Es un don perdonar y ser perdonado.
Cuando Abram intercedió en favor de Sodoma, preguntó: “¿No debe el Juez de toda la tierra hacer lo que es justo?”. (Génesis 18:25). Él creía que Dios perdonaría a cualquiera que se arrepintiera y buscara Su perdón. Ese es el corazón de Dios.
A Dios le encanta convertir tus errores en bendiciones, pero el perdón es clave para ello. Cuando te refugias en Dios y pones tu confianza en Él (Salmo 7:1), Él te ayudará a lidiar con las consecuencias de todas las cosas que necesitan ser perdonadas.
Señor, Ayúdanos a comprender realmente la profundidad de tu perdón y el amor que tienes por todas las personas, incluso por aquellas que nos han hecho daño. Danos la fuerza y el valor para perdonar a quienes nos han tratado desdichadamente, con rencor o con mala intención, asi como tú nos has perdonado.
Señor, sabemos que perdonar es difícil y requiere que dejemos de lado nuestro dolor y nuestra rabia. Pero confiamos en que Tú nos ayudarás a hacerlo y que, dejando atrás el sentimiento de impotencia, o de injusticia por lo sufrido y perdonando realmente, experimentaremos la paz y la libertad que vienen de soltar esas cargas tan pesadas que deja el resentimiento en el corazón.
Te pedimos por quienes nos han herido, para que también ellos experimenten tu perdón y sean transformados por tu amor. Te pedimos que los bendigas y los guíes en su propio camino de sanación y redención.
Que seamos siempre conscientes del poder del perdón y del papel que desempeña en nuestra relación contigo y con los demás. Gracias por tu interminable gracia y misericordia, y por la forma en que sigues transformando nuestros corazones.
Todo esto, te lo pedimos en el nombre de Jesús, Amén.