Devocional:
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. (2 Corintios 5:17)
La verdad para Ti
El amor de Dios es incondicional, no discrimina ni hiere. El amor de Dios es sublime, nos aporta seguridad y paz. Además de esto son perceptibles otras hermosas y valiosas propiedades del amor del Señor:
Que es un amor transformador
Que es un amor con efecto multiplicador
Que es un amor que salva al que le busca, del pecado y del mal.
Cuando somos objetos de tan grande amor, ¡nos transformamos extraordinariamente! La conciencia de que hemos sido amados ante todo (Efesios 1:4-5), provoca una revolución en nosotros. Los viejos hábitos, los vicios, los malos sentimientos son quebrantados y nos convertimos en criaturas nuevas (2 Corintios 5:17). En el amor de Dios hay novedad de vida, cada día es una oportunidad para crecer y vivir en ese perfecto amor.
El amor de Dios se centra en Jesús. Él es la prueba viviente del amor del Señor. Fue a través de Jesús que recibimos la vida verdadera. No hay mayor prueba de amor que ésta: Dios entregó a su propio Hijo por nosotros (Juan 3:16). ¡Él es el vínculo que nos conecta directamente con Dios! Al reconocer el sacrificio del Hijo, recibimos el amor del Padre.
Declarando la promesa:
Hoy viviré por el amor que El Señor me ha entregado y me entrega cada día sin condiciones, para dejar que ese amor tome mi corazón y Su espíritu me transforme en una nueva creación alejada de vicios, obstáculos y hábitos que me impidan caminar plenamente los caminos de Dios.
Orando la Promesa
Señor, ¡tu amor me ha transformado! Mi vida es diferente y hoy soy una nueva criatura. Úsame como instrumento en tus manos. ¡Quiero cada día actuar y ser ejemplo en otros, de ese amor! Ayúdame y permíteme lograrlo. En el nombre de Jesús, ¡Amén!