Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. (Romanos 1:20)
Señor, te doy gracias porque Tú estás aquí, ofreciéndome Tu poder y majestad, Tu amor con el que me consuelas y me fortaleces, para hacer que me sienta seguro y para ayudarme a pasar por cualquier tempestad que pueda aparecer. Sé que Tú no estás aquí para hacer que cesen las tempestades, sino para ayudarme a pasar por ellas, y en ese proceso transformar mi caracter, moldearlo de acuerdo a la persona que quieres que sea y fortalecer mi fe, para que sea sólida y prudente como aquel hombre que edificó su casa sobre la roca.