Escucha:
“Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron” (Apocalipsis 21:1-4)
Piensa:
Recuerdo en las prácticas de futbol, cuando el entrenador configuraba un equipo alterno llamado “equipo espejo”. Ese equipo trataba de ser en la práctica un espejo del equipo con el que jugaríamos el fin de semana, imitando sus movimientos y simulando sus estrategias, para de esta forma poder nosotros responder a ellas el día del partido. Si visualizábamos como sería nuestro comportamiento y que debíamos hacer contra cada equipo obtendríamos mejores resultados.
La visualización de nuestros objetivos, no era solo una herramienta de ayuda, para en este caso, un deporte como el futbol, sino también es una actitud que nos asegurará éxitos en todas las áreas de nuestra vida. Si por ejemplo, no podemos visualizarnos como trabajadores efectivos, esposos comprensivos, líderes rectos, no tendremos la confianza para desempañar con éxito ninguna de esas labores. Por otra parte si nos proyectamos a una imagen de nosotros, efectivos en cada responsabilidad que asumamos, tendremos muchas más posibilidades de cumplirlas correctamente.
El Señor a través de su palabra, nos proporciona numerosos ejemplos de cómo debemos vernos, de en qué debemos convertirnos, de cómo es su reino. En la escritura de hoy nos brinda la imagen del futuro junto a Él a través de “un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más” una tierra en donde “Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos” y no habrá “más llanto, ni clamor, ni dolor”.
Así, es la palabra, la guía que nos indica, el camino y la llegada. Como el equipo espejo nos conducía a las estrategias válidas para cada equipo en el juego, así la palabra, a través de sus descripciones futuras, nos da una idea de adonde debemos llegar y en que debemos convertirnos para arribar a ese punto, pero en cada una de nuestras vidas.
Reconozcamos cada día la necesidad de conocer más del Señor y mediante las escrituras, abramos nuestros ojos para ver el futuro en el que se encontrará Él esperándonos con sus brazos abiertos al final del camino. Obremos cada día en el bien, visualizando ese futuro, para así armarnos de la confianza, fe y coraje necesario, para seguir en ÉL, adelante, obedeciéndole y sirviéndole con gratitud.
Ora:
Señor, dame la voluntad y la fuerza para servirte, obedecer tu palabra y mediante ella cumplir tus instrucciones. Guíame a que mis acciones me lleven a ser heredero de tus promesas y a merecer el futuro de amor, paz y regocijo que solo Tú ofreces. Amen