Señor, confieso que necesito mucha fortaleza para dominar mi espíritu. Oro que me des esa clase de fuerza para que pueda tomar control de mis emociones. No quiero que mis emociones me gobiernen en ningún sentido. Ayúdame para no tener nunca un estallido de enojo ni decir cosas que voy a lamentar. Dame un corazón tan compasivo y lleno de amor hacia otros que nunca me sienta tentado a mostrar enojo para con nadie.
Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; Y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad. (Proverbios 16:32)