Cuando sentimos que las cosas se salen de control, lo primero que nos invade es una fuerte preocupación. Imaginamos escenarios negativos, que podrían pasar y empezamos a sentir miedo.
Es un círculo vicioso en el que no debemos caer, más tomando en cuenta que nuestra vida como cristianos nos exige creer completamente en Dios y asumir que todo está bajo su control. Solo necesitamos confiar en que el señor se hará cargo y todo marchará de acuerdo a sus planes.
Si te encuentras ante una gran preocupación, lee estos 5 pasos que te ayudarán a calmar ese sentimiento y retomar nuevamente el camino:
1. Ora
“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. “ (Filipenses 4:6-7)
Debemos cambiar la preocupación por fe en Cristo a través de la oración. Pedir al Señor que remplace la angustia por paz y la desesperación por sosiego. Dios escuchará tus peticiones y traerá nuevamente la luz a tu vida. Como Pablo nos dice: el único camino para hacer ese cambio es mediante la oración.
2. Sirve con Gratitud
En los versículos anteriores, el Apóstol Pablo nos menciona que la gratitud es otro de los medios para apartar de nosotros la preocupación. Se agradecido por las cosas que el Señor ha puesto en tu camino y no te concentres en aquellas cosas que no puedes controlar. Refúgiate en Jesucristo y con humildad y gratitud pídele que haga renacer en ti la paz y el entendimiento para comprender su plan para ti.
3. Piensa en Positivo
“Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.” (Filipenses 4:8)
Justo después del Apóstol Pablo comentarnos sobre las preocupaciones, él mismo nos exhorta a pensar en positivo. Pensar en las bendiciones de nuestra vida, en las virtudes que el Señor nos ha regalado, en nuestro potencial como individuos, en el reconocimiento que nos dan nuestros hermanos y en como servimos de manera sincera a otros. Concentrándonos en lo positivo, abrimos la puerta a eventos también positivos y a recuperar la dirección que un momento difícil podemos perder.
4. Confía en la fuerza de Dios
“Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme? Cuando se juntaron contra mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos, Para comer mis carnes, ellos tropezaron y cayeron. Aunque un ejército acampe contra mí, No temerá mi corazón;
Aunque contra mí se levante guerra, Yo estaré confiado.” Salmos (27:1-3)
“No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.” (Isaías 41:10)
Cuando éramos pequeños, nuestra vida era mucho pero mucho más fácil y la protección de nuestros padres nos hacía sentirnos seguros. Ante un problema los teníamos a ellos para ayudarnos a solucionarlos. De la misma manera Dios quiere hacer esos por nosotros. ¿Eres capaz de confiar en él y en su fortaleza? Él está esperando para ayudarte a llevar esa carga.
5. Las Preocupaciones no vienen del Señor.
El miedo que sentimos ante un problema, no viene del Señor. El único camino por el que ese miedo surge, es porque no estamos confiando completamente en Él.
Recuerda que el Señor cuidad de Ti y te ama y como resultado de ello solo quiere lo mejor. Ármate de paciencia y serenidad; observa tus problemas y preocupaciones como herramientas para encontrar el crecimiento espiritual en Cristo. Ve los problemas como oportunidades, confía en el plan perfecto de Dios y encuentra tu ritmo en los tiempos, que a veces calmos pero sin duda precisos y de bien, él pondrá en tu camino.