Escucha:
Considerad los lirios, cómo crecen; no trabajan, ni hilan; mas os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos. Y si así viste Dios la hierba que hoy está en el campo, y mañana es echada al horno, ¿cuánto más a vosotros, hombres de poca fe? (Lucas 12:27-28)
Piensa:
Echa un vistazo a la creación de Dios. ¡Ha creado este mundo con detalles tan complejos! Diseñó cada árbol, las majestuosas montañas, un sol glorioso y una luna misteriosa. Cada animal ha recibido marcas, partes y sonidos únicos. ¡Contempla la jirafa de largo cuello, el robusto elefante, el grácil cisne y la cebra perfec-
tamente rayada!
Si Dios hace las flores, cada tipo exclusivo y hermoso, y si envía la lluvia y el sol para suplir sus necesidades, ¿no cuidará también de ti? La perfección de la naturaleza, su sincronía y su creación maravillosas son muestras no sólo de Su grandioso poder sino también de Su carácter amoroso y cuidadoso, para hacerlo todo, en la proporción necesaria, en el equilibrio suficiente para cuidar y dar cuenta de cada uno de sus hijos.
Por ello en los días más retadores, en las circunstancias más apremiantes, en las tormentas que parecen más devastadores, recuerda que Él te hizo. Y el Padre ama aquello que hace. Y lo cuida. Fuimos hechas a su imagen. Los seres humanos son de mayor estima para Dios que el resto de su creación. Descansa en él. Confía en él. Así como él cuida de las aves del cielo y de las flores de las praderas, también se encarga de cuidar a sus hijos e hijas. Deja que lo haga.
Ora:
Padre, tu creación me asombra, pero a su vez me muestra lo gradioso de Tu perfecto poder que logra todo aquello que el hombre juzga imposible. Recuérdame que soy tu hijo amado. Cuida hoy de mí como solo tú puedes hacerlo. Amén.