Versículo:
Jehová redime el alma de sus siervos, Y no serán condenados cuantos en él confían. (Salmos 34:22)
Comentario:
David cierra el Salmo 34 con una declaración de fe y esperanza eterna; trató a lo largo del Salmo con elecciones, decisiones, relaciones, y ahora aborda una condición que va más allá de la vida vivida en este mundo.
Para David, el concepto de la eternidad se basaba en el cumplimiento de la Ley y la fe en las promesas de Dios reveladas en las escrituras; que apuntaban al Mesías (leer Salmo 2:2).
El salmista manifestó su esperanza de estar en la eternidad, junto con el Señor, en una extensión de la relación que había comenzado en este mundo.
“El Señor redime el alma de sus siervos”, esto demuestra una acción específica de Dios al “sacar” a su siervo de un lugar y llevarlo a su presencia; Dios no quiere perder a ninguno de sus siervos, que un día abandonaron sus convicciones e ideas y creyeron en sus palabras.
Servir a Dios a través de la fe cambia nuestro destino terrenal y eterno; también nos permite transformarnos de “impíos” a “justos”. La salvación fue a la idea principal predicada por Jesús en su mensaje para establecer esa intención de Dios (leer Juan 6:35-38).
Mientras alabamos y confiamos en el Señor por todo lo que hace y hará por nuestra vida en este mundo, no olvidemos que esto termina aquí, pero continuará hasta la eternidad; así que necesitamos mirar con ojos que vean con fe y se transporten a los cielos, donde Dios está cuidando sus preciosas posesiones y desea ser uno de ellos.
Oración:
Señor, deseo: ser redimido por el Tu amor, salvado por Tu gracia y vivir en Tu presencia para siempre.