Versículo:
Busqué a Jehová, y él me oyó, Y me libró de todos mis temores. Los que miraron a él fueron alumbrados, Y sus rostros no fueron avergonzados. (Salmos 34:4-5)
Comentario:
La alabanza es el medio que encontramos para reconocer y agradecer a Dios por todas sus intervenciones y liberaciones en nuestras vidas, algunas de las cuales ni siquiera nosotros somos capaces de percibir.
Alabar a Dios es reconocer su presencia en los momentos difíciles, trayendo liberación y alivio; y regocijarse, dándonos sustento. El salmista revela su intimidad y es testigo de que buscó al Señor. Más que la solución del problema, Dios ha tratado su condición emocional: “y me libró de todos mis temores”.
Dios quiere participar en nuestra vida, no quiere esperar un cierto día u hora para encontrarnos y vernos cumplir una obligación religiosa; su intención es que, cada día y hora de nuestra existencia, haya en nuestros labios una expresión que revele nuestra gratitud y dependencia.
Lo que el salmista registra en el versículo de hoy es que la presencia del Señor es capaz de hacernos diferentes e inconfundibles en medio de una multitud de personas que no son capaces de verlo como un sustentador. Esto implica que cuando alabamos a Dios de forma continua, espontánea y agradecida, reflejamos su presencia en nosotros.
Quiero: “Busca al Señor en todo momento… Vive las liberaciones y los alivios que Él provee y “refleja” su brillo en mi vida!”
Oración:
Señor, quiero buscarte en cada momento de mi vida y agradecerte siempre en alabanza por Tus maravillosas bendiciones.