Escucha:
Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz. (Colosenses 1:12)
Piensa:
Quizás hayas tenido la decepcionante y molesta experiencia de recibir un sobre que te identifica como ganador de una enorme suma de dinero u otro fantástico precio, solo para abrirlo y descubrir que no has ganado nada en absoluto. Solo era una estratagema para que participases en un concurso o compraras un producto.
En un mundo lleno de engaño y expectativas que no se cumplen, es maravilloso saber que la verdad e integridad de Dios nunca fluctúan. No solo te ha prometido una herencia eterna, sino que también te ha calificado para compartirla.
La palabra griega que se traduce como “capacitado” en el versículo de hoy significa “hecho suficiente” o “autorizado”. “Compartir” se refiere a recibir una porción asignada. La idea es que Dios te ha autorizado a recibir una porción de la bendición que pertenece a todos los que le aman.
En Efesios 1 Pablo dice que tu herencia consiste en toda bendición espiritual en el cielo (versículo 3). Es una herencia gloriosa de la cual el Espíritu Santo es la garantía. En Colosenses 3:24, Pablo la llama una herencia del Señor.
En Colosenses 1:12 la describe como una herencia “en luz”, refiriéndose a su carácter y calidad general. La “luz” en el Nuevo Testamento con frecuencia se emplea metafóricamente para referirse a la verdad y la pureza. 1 Juan 1:5 dice: “Dios es luz, y en Él no hay tiniebla alguna”. Los creyentes son personas que caminan en la luz. Así pues, una herencia en luz es una piadosa, verdadera y pura, una herencia reservada en el cielo, donde mora Aquel que es Luz.
Tu herencia eterna no es una promesa vacía. Dios la ha asegurado librándote del dominio de las tinieblas y transfiriéndote al reino de Su amado Hijo, en quien tienes la redención, el perdón de pecados (ver Colosenses 1:13-14). Regocíjate en la gracia de Dios y vive hoy como un hijo de la luz.
Ora:
Señor, que alivio saber que en este mundo de hoy en profundas y desconocidas tinieblas que tienden trampas al hombre, puedo refugiarme en la herencia grandiosa de Tus promesas, verdad e integridad que no cambian y nos aseguran vivir en Tu luz. Amén.