Escucha:
“En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon; no les sea tomado en cuenta. Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas, para que por mí fuese cumplida la predicación, y que todos los gentiles oyesen. Así fui librado de la boca del león” (2 Timoteo 4:16-17)
Piensa:
En mis primeros años como profesor en la universidad, se presentaron siempre desacuerdos contractuales y retrasos en los pagos. Los profesores mantenían una aptitud de apoyo siempre y cuando no aparecieran los jerarcas personalmente a las reuniones. Tres de los docentes, nos sentíamos abandonados y en cierta forma traicionados cuando las posiciones en las reuniones privadas no eran las mismas que cuando debíamos estar en presencia de los funcionarios encargados de gestionar la universidad. Con la ayuda de Dios, nuestra posición minoritaria fue escuchada y finalmente llegaron los beneficios para todos.
A pesar de en ocasiones, sentirnos abandonados y traicionados; debemos mantenernos firmes en las convicciones que asumimos en esas oportunidades y saber que cuando las posiciones que tenemos se sostienen en la justicia del Señor y su palabra, tendremos de nuestro lado su guía y cuidado para sortear cada obstáculo.
En las escrituras de hoy, fue esa la situación del apóstol Pablo. Sufrió la traición y el abandono de los cristianos de Roma, que a pesar de ir a su encuentro, creyeron mayor el peligro de acompañarle, que la fuerza del Señor que era la que asistía a Pablo en ese momento. Sabiéndose sólo en términos numéricos, pero contando con la presencia de Dios, Pablo se libró de la “boca de León” o la captura que le hubiese significado, antes de su captura final, crueles tratos e incluso la muerte.
El testimonio de Pablo en tan apremiante situación da cuenta del sentido de cuidado de Dios para los que le siguen. Si el Señor está por nosotros, él nos fortalecerá en dificultades y peligros.
En nuestra condición de seres humanos, estaremos expuestos a momentos de soledad. Sin embargo, si prevalecemos en nuestra fe y confianza en El Señor, en tales dificultades, podremos experimentar su naturaleza omnipresente y eterna.
Al caminar junto a Dios, nunca estaremos solos. Él es el único que puede acompañarnos todo el tiempo y para todo.
Ora:
Señor, se que me cuidas y me fortaleces en las dificultades, cuando me ha superado la angustia. Dame la fortaleza para mantenerme firme en mi fe y no decaer, sabiendo que caminando junto a ti nunca estaré sólo.