Sin duda que existen decisiones que marcan el rumbo de nuestra vida y por ello en muchas ocasiones, se torna complicado discernir el camino que resultará mejor para nuestro futuro y que estará en consonancia con el propósito que Dios tiene para nosotros. Lo que si es cierto, es que el lugar donde nos encontramos hoy se debe en gran parte a las decisiones que tomamos ayer y el lugar en donde mañana lleguemos será producto de las decisiones que tomemos hoy.
Por ello resulta indispensable cultivar los hábitos que Dios nos proporciona mediante su palabra para dar los pasos necesarios que nos lleven a cumplir ese propósito de bien que Él desea para nosotros. De allí que una buena decisión estará guiada por 3 pasos: la dirección del Señor, la evaluación de las opciones y la paciencia.
Guía de Dios
Orar buscando la dirección del Señor, así como mantenernos constantes en la meditación de su palabra, es fundamental para tomar la decisión que nos lleve por el camino correcto. Dios nos ha dado hermosas promesas que respaldan el hecho de que si buscamos su dirección, Él va a guiarnos: “Fiate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconocelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas” (Proverbios 3:5-6)
Asi busquemos de su sabiduría porque solo Él nos enseñará el camino necesario a recorrer: “Te haré entender, y te enseñaré el camino que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos” (Salmos 32:8)
Evaluar las Opciones
La guía del Señor se hará efectiva solo si accionamos nosotros en dos requisitos: evaluar objetivamente y tener paciencia. En lo primero las escrituras nos invitan a calcular los costos para determinar si es posible acometer alguna de las opciones que tenemos contempladas. En Lucas 14:28-29 dice: “Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? No sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él.”
Asimismo la palabra nos invita a evaluar las consecuencias positivas y negativas de nuestros actos y si afectan a otros a nuestro alrededor . Aunado a ello debemos prever siempre el peor escenario ante cualquiera de las opciones que tenemos. Prevenir antes que lamentar es la premisa que nos dan las escrituras, cuando en Proverbios 22:3 nos dice: “El avisado ve el mal y se esconde; Mas los simples pasan y reciben el daño.”
Paciencia: Saber Esperar
Una vez que el Señor nos ha guiado a valorar la mejor opción y luego de haberla tomado, debemos tener la suficiente serenidad para obtener de Él la respuesta necesaria. Nuestro trabajo duro, será recompensado con los resultados que Dios disponga según el propósito que tiene para nosotros y que a fin de cuentas siempre será de bien.
La paciencia debe nacer del corazón y debe traer paz a él. No debe ser una espera afanosa, desesperada o en angustia, porque ello refleja inseguridad. Debe ser una espera de confianza y fe en que Dios rendirá los frutos que requerimos en ese momento. Es como la espera del agricultor que trabaja la tierra y recibe con gratitud en el momento justo el fruto de su trabajo. Como dicta la palabra: “Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía”. (Santiago 5:7)
Esperemos entonces con paciencia, sabiendo que los tiempos del Señor, son los perfectos. Confiemos en que la guía de Dios nos dará siempre el camino a la mejor decisión.