Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. (Juan 15:4-5)
Señor, permíteme permanecer en Ti, como el pámpano a la vid, porque se que soy yo solo una rama que por si misma no puede dar fruto sino está unida a Ti. Oro Padre, para que fructifiques en mi vida, el carácter de un siervo que te sigue con obediencia y fidelidad y en mi corazón una fe sólida que no duda en confiar en los grandes propósitos que guardas para cada uno de Tus hijos.