Escucha:
Y Jehová dijo a Moisés: He aquí yo os haré llover pan del cielo; y el pueblo saldrá, y recogerá diariamente la porción de un día, para que yo lo pruebe si anda en mi ley, o no. (Éxodo 16:4)
Piensa:
Mis hijos siempre determinaban la cantidad de beneficios que disfrutaban, según la obediencia a las reglas de la casa. Si no obedecían las reglas, no les concedíamos las recompensas correspondientes. Por supuesto que la comida, la ropa, la educación, el refugio y el amor eran nuestra obligación, independientemente de cómo se comportaran. Sin embargo, las bendiciones adicionales que experimentaron más allá y por encima de las necesidades básicas dependían de la obediencia.
Creo que Dios nos ve de esa manera. Nos da órdenes específicas y nos prueba para ver si las cumplimos. Si no lo hacemos, no nos priva de su amor, su provisión y protección. Sin embargo, desea bendecirnos de muchas otras maneras, pero no lo hace hasta que nos sometamos totalmente a su voluntad soberana.
Moisés dijo a los israelitas: “No temáis; porque para probaros vino Dios, y para que su temor esté delante de vosotros, para que no pequéis.” (Ex. 20:20). El apóstol Pablo dijo: “la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará.” (1 Cor. 3:13). Nadie desea ser probado por el fuego, pero podemos eliminar gran parte de nuestros errores y limitaciones respondiendo rápidamente a lo que Dios nos ordena.
Ora:
Señor, quiero pasar con éxito el tiempo de prueba que me pongas, para que pueda ser refinado y cambiado a aquello que quieres que sea. Oro, para que siempre tenga un corazón dispuesto a aprender, que reconozca Tu mano en mi vida y asimile Tus instrucciones. Establece en mí una fe inquebrantable para que sepa que cuando camino Contigo, el fuego refinado en sí mismo proporciona la luz perfecta para el paso que debo dar. Amén