Recuerdo cuando terminaba mi trabajo de grado y pedí a mi hermano mayor le diera una revisión, basado en su amplia experiencia en la redacción y la lectura. Al hablar por teléfono con el me sugirió de manera gentil que necesitaba revisiones importantes, para eliminar confusiones que habían en algunas partes del texto. Al recibir sus correcciones, vi que eran excelentes y que fue una buena idea haberle pedido su ayuda, sin embargo no me fue fácil aceptarlas, porque pensaba, desde mi punto de vista, que todo estaba correcto justo como lo había escrito.
La mayoría de las veces, recibir una crítica constructiva, puede ser frustrante e incómodo, porque pensamos que lo que hicimos fue correcto. También, está en la naturaleza humana, rechazar ser señalados de algún error. En mi caso, me sentí algo molesto porque significo:
- Que tenía más trabajo que realizar
- Que me había equivocado juzgando mi propia redacción (tenía más errores de lo esperado)
¿Qué Hacer Entonces?
La palabra de Dios, sabia y justa, nos brinda poderosas promesas de cómo fortalecernos en el Señor, perseverar en nuestra fe y a través de dichas promesas encontrar la salida para toda la frustración y desmotivación que una crítica puede traernos, para así también convertir esos sentimientos en nuevas formas para crecer como personas.
Juan 6:35
Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.
La frustración y la desmotivación, son señales de un corazón hambriento. Ellos muestran que buscamos, algo más allá de Cristo para satisfacer las necesidades de nuestro espíritu. En mi caso, estaba dando mayor prioridad al progreso de mi trabajo y a la alegría de sentirme un gran escritor.
Sin embargo El Señor promete, que ante un corazón hambriento, volviendo a Él, encontraremos ese corazón saciado y satisfecho. Ante la crítica constructiva, ya soy consciente que en Cristo puedo verlas como una forma de crecer en conocimiento y carácter.
1 Corintios 4:7
Porque ¿quién te distingue? ¿o qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?.
Una de las razones por las que la crítica constructiva nos incomoda, es porque significa reconocer un error. Y muchas veces nos cuesta reconocer un error por nuestro orgullo. En esta promesa el Señor nos da un poderoso antídoto contra el orgullo: reconocer que todas nuestras habilidades son concedidas como dones a través de Él y que solo Él obra para su desarrollo, mejoramiento y crecimiento.
La crítica constructiva, es un paso en ese crecimiento.
1 Corintios 12:21
Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros.
En mi orgullo de reconocer que soy autosuficiente, puedo de manera errada creer que no necesito de nadie más. Al superar la frustración del momento, caigo nuevamente en cuenta de que como dicta esta promesa, somos en el cuerpo de Cristo uno sólo.
Todos necesitamos de todos y en ese sentido el Señor nos usa a cada uno para que en colaboración y comunión fraternal con los otros, podamos sobrellevar nuestras cargas y crecer en fe.
Esas Críticas fueron un Don.
Viendo en retrospectiva, las correcciones que mi hermano realizó a mí trabajo, observo como un gran don, esas críticas constructivas:
- Revelaron mi orgullo y pude enfrentarlo.
- Volví al Señor, para encontrar en Él mi satisfacción.
- Recordé como el Señor nos pone a cada uno al servicio del otro.
- Mi trabajo fue al final mejorado, corregido y mucho más limpio.
Ante la crítica constructiva, ora al Señor, para que encuentres en sus promesas, como esas críticas son una de las infinitas maneras en las que su mano amorosa nos brinda hermosos dones para nuestro crecimiento y nuestro bien.