Escucha:
He aquí yo envío mi Angel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado. (Éxodo 23:20)
Piensa:
¿Alguna vez le has pedido a Dios que haga algo importante y se te has sentido decepcionado por su acción gradual cuando lo esperabas todo de una vez?
Tal vez reconozcas que tiene u n hábito poco saludable. Le has pedido a Dios que lo elimine, pero te desanimas cuando el progreso parece insignificante. O, como los israelitas, puede que te encuentres frente a ataques de oponentes que parecen centrarse en tu destrucción personal o profesional. ¿Por qué Dios no nos concede una victoria inmediata o quita de nuestro camino a los que nos perjudican tanto, de una vez por todas?
No hay respuestas simples. El versículo de hoy, sin embargo, ofrece una pista de la naturaleza de la actividad de Dios: Él actúa según su propio horario. La voluntad divina está determinada por lo que es mejor para nosotros. Las Escrituras dicen que “que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día.El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros” (2 Pedro 3:8-9). El Padre trabaja para nuestro bien eterno, pero cumple su propósito a su manera y a su tiempo.
Anímate cuando tus oraciones revelen un progreso, aunque parezca mínimo. Dios está trabajando en tu vida y en la de los que te rodean. No pasará mucho tiempo antes de que se produzcan transformaciones importantes.
Ora:
Señor, ayúdame a tener la paciencia de esperar en Ti. Confieso que me gustaría que todas las respuestas llegaran ahora, pero sé que Tu tiempo es perfecto. Permíteme entender, y agradecer, cada paso que brindas a mi progreso, se que al final, Tu maravilloso plan, sólo es de victoria. Amén