Escucha:
“Pero el Señor le dijo a Moisés: ¿Por qué me pides ayuda?… levanta tu vara, extiende tu mano sobre el mar, y divídelo, para que los hijos de Israel lo crucen en seco” (Éxodo 14:15-16)
Piensa:
Si pasas mucho tiempo con Dios, muy pronto comenzarás a querer hacer las cosas que el mundo considera como sobrenaturales. Querrás imponer las manos sobre los enfermos para que se sanen. Querrás echar fuera demonios. Y querrás arrojar los problemas montañosos al mar.
Es más, ¡puedes hacerlo, si así lo quieres!
¿Cómo? No al lanzarte e “intentar” hacer cosas sobrenaturales, sino primero obedeciendo a Dios, un paso a la vez. Haz las cosas para las cuales Él ya te ha dado poder.
Eso le pasó a Moisés. Él no tenía el poder para dividir el mar Rojo, pero sí contaba con el poder para extender su vara sobre el mar. Y cuando actuó en obediencia al mandato del Señor, el Espíritu Santo hizo el resto.
De la misma manera ocurrirá contigo. Cuando comiences a cumplir con tu parte, el Espíritu Santo hará la Suya, y las cosas sobrenaturales comenzarán a suceder a tu alrededor.
¿Cuál es tu parte? Alimentarte de la Palabra, orar en el Espíritu, escuchar lo que el Espíritu de Dios te dice. Al hacer estas cosas, al empezar a actuar según Dios te guíe y según las instrucciones que recibas de Él, empezarás a moverte en lo sobrenatural de manera tan natural como los pájaros vuelan en el aire. No tendrás que luchar y esforzarte, ni tratar de dividir el mar. Sólo confiarás en el Señor, extenderás tu vara… y verás los milagros.
Ora:
Señor, permíteme confiar en los pensamientos de bien que tienes para mí, pensamientos muchos más altos, puros y llenos de bondad de lo que puedo imaginar. Ayúdame a avanzar cada día apoyado por la fuerza de Tu Espíritu, sabiendo que encontraré, siempre en ti, un nuevo camino.