Escucha:
De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí. (Romanos 14:12)
Piensa:
Un día daremos cuenta de nosotros mismos a Dios (Ro 14.12). Debemos, entonces, prestar atención a la manera como vivimos.
El hombre rico de Lucas 16.19-31 tomó la trágica decisión de vivir para sí mismo sin tener en cuenta al Señor. También cometió dos errores más:
Primero, invirtió todo en sí mismo y nada para la vida venidera. Cuando estamos cegados por nuestros deseos y por la satisfacción personal, es fácil volvernos tibios en las cosas espirituales. Olvidamos que esta vida no es todo lo que hay. La Biblia nos dice que hagamos tesoros en el cielo, no en la tierra. El lugar donde está nuestro tesoro refleja dónde está nuestro corazón (Mt 6.19-21).
El otro error del hombre rico fue preocuparse solamente por sí mismo. Las migajas que caían de su mesa (v. 21) era la única forma de ayuda que daba a un pobre llamado Lázaro. El hombre que tenía tanta riqueza no la compartía con quien tenía poca. Jesús dijo que nuestra prioridad debe ser amar al Señor con todo el corazón, y amar al prójimo como a nosotros mismos (Lc 10.27).
Vemos los errores del hombre rico repetidos en otra parábola. Esta vez un rico construye graneros más grandes para almacenar las cosechas y tener mucho para el futuro. Dios lo llamó necio por su miopía espiritual (Lc 12.20).
La Biblia nos advierte una y otra vez que prestemos atención a las cosas espirituales; el Señor debe ocupar el primer lugar en nuestras vidas y ser el centro de nuestros afectos. Él nos pide que acumulemos tesoros en el cielo cuidando de las personas que están perdidas y sufriendo a nuestro alrededor.
Ora:
Señor, manténme atento para que en cada paso que emprenda estés Tu, siempre al frente como primera prioridad.