Escucha:
Del hombre son las disposiciones del corazón; Mas de Jehová es la respuesta de la lengua. Todos los caminos del hombre son limpios en su propia opinión; Pero Jehová pesa los espíritus. (Proverbios 16:1-2)
Piensa:
No todo lo que idealizamos es lo mejor para nosotros. Por eso, el Señor no siempre nos da lo que pedimos. Sin embargo, Dios nos regala constantemente mucho más de lo que pedimos o imaginamos (Efesios 3:20). El secreto de vivir dependiendo de Dios y confiando en su voluntad es saber escuchar el “sí”, el “no” y el “espera” de Dios.
El apóstol Pablo declaró metafóricamente que tenía una espina en la carne, y pidió al Señor tres veces que lo librara de lo que no sabemos exactamente qué era, pero que representaba un gran sufrimiento para Pablo. La respuesta de Dios fue: “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad.” (2 Corintios 12:9a).
Ya sabes cuál fue la reacción de Paulo: Mira: Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte. (vv. 9-10).
Sólo los que tienen intimidad con Dios pueden vivir en este nivel de fe y sumisión a la voluntad del Señor. La última palabra en todo es siempre la suya. Así que sueña, organízate, estudia, trabaja, ama, pero pon toda tu vida en manos de Dios, confíale todo, estate atento a su Palabra para que tus deseos sean compatibles con ella. Obedece al Señor en todo momento, y Él bendecirá tu camino. ¡El mejor lugar del mundo está en el centro de la voluntad de Dios (Isaías 1:19)!
Ora:
Señor, que prevalezca siempre Tu grandiosa voluntad sobre mis deseos, u objetivos. Que con humildad y disciplina acepte Tus determinaciones en mi vida, sabiendo que de ellas, aún no obteniendo el resultado que quiera, encontraré una lección que deseas que aprenda para producir el fruto que esperas de mí. Que sea siempre Tu voluntad, Padre. Amén.
Más Palabra Edificada / Dios todo lo conoce:
Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar. (Mateo 11:27)
Sí como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas. (Juan 10:15)
Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. (1 Corintios 2:10-11)
Levantad en alto vuestros ojos, y mirad quién creó estas cosas; él saca y cuenta su ejército; a todas llama por sus nombres; ninguna faltará; tal es la grandeza de su fuerza, y el poder de su dominio. (Isaías 40:26)
¿Quién enseñó al Espíritu de Jehová, o le aconsejó enseñándole?¿A quién pidió consejo para ser avisado? ¿Quién le enseñó el camino del juicio, o le enseñó ciencia, o le mostró la senda de la prudencia? (Isaías 40:13-14)
¿Enseñará alguien a Dios sabiduría, Juzgando él a los que están elevados? (Job 21:22)
!!Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! !!Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? (Romanos 11:33-34)
Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo. (1 Corintios 2:16)
Pues aun vuestros cabellos están todos contados. (Mateo 10:30)
Pues aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis, pues; más valéis vosotros que muchos pajarillos. (Lucas 12:7)
El cuenta el número de las estrellas; A todas ellas llama por sus nombres. (Salmos 147:4)