Escucha:
Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día, Y una noche a otra noche declara sabiduría. No hay lenguaje, ni palabras, Ni es oída su voz. Por toda la tierra salió su voz, Y hasta el extremo del mundo sus palabras. En ellos puso tabernáculo para el sol; Y éste, como esposo que sale de su tálamo, Se alegra cual gigante para correr el camino. De un extremo de los cielos es su salida, Y su curso hasta el término de ellos; Y nada hay que se esconda de su calor. (Salmos 19:1-6)
Piensa:
El fin de semana tuve la fortuna de acampar junto a mis primos en la montaña, justo como cuando niños, lo hacíamos pero en los jardines de nuestras casas. Allí disfrute del maravilloso espectáculo de observar una de las más hermosas lunas que haya visto. Grande, blanca y posándose en el cielo como una gigante artesanía de terciopelo. La luz que destellaba era la directora de la orquesta de estrellas que tenía a su alrededor.
En ese momento pensé en la divina y maravillosa obra de Dios. Sólo Él podía haber creado algo tan perfecto y hermoso. Solo Él podía ser el perfecto maestro, que no habla con lenguaje, ni con palabras, sino con la hermosa obra que brota de sus manos.
El salmo de hoy, nos brinda una perspectiva diferente del Señor, como ese gran maestro que da su maravilloso testimonio a través de los cielos y la tierra, que enseña las lecciones de su perfección, dando cuenta de ella, mediante la maravillosa naturaleza que nos rodea: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de sus manos”
Así la creación de Dios con la que nos encontramos día a día, debe ser para nosotros una fuente de aprendizaje y de reconocimiento de su poder y omnipotencia y es que la naturaleza nos habla al unísono del carácter bondadoso de nuestro Padre y Creador.
De esa forma, tomemos hoy, el tiempo para contemplar la grandeza de Dios en todo lo que nos rodea. En la luna, las estrellas, las flores y también en aquellos que tenemos a nuestro lado y a nuestro alrededor: la inocencia de un niño, la sabiduría del anciano, el amor y compresión de una pareja de enamorados, la sinceridad de un amigo.
Detengámonos un momento y renovemos nuestra admiración en la impecable obra que el Señor nos ha regalado. Démosle gracias por todo lo que hizo, por todo lo que creó y por haberlo hecho con amor.
Ora:
Señor, Te doy gracias por la maravillosa creación que me regalas día a día. Permíteme apreciarla y disfrutarla, renovando mi admiración sobre esa obra impecable, fruto de Tus manos, que es muestra del amor y bondad con que siempre nos guías y cuidas. Amén