Escucha:
“Deja la ira, y desecha el enojo; No te excites en manera alguna a hacer lo malo” (Salmos 37:8)
Piensa:
Es normal, muchas veces hemos sentido rabia, ira ante una acción de otros sobre nosotros, te una injusticia, ante una mentira. No obstante, a pesar de ser una reacción natural, el permitir la ira, puede nublar nuestro pensamiento y limitar nuestra capacidad para tomar una decisión acertada que nos lleve a solucionar la situación.
En efesios 4:26 Pablo sugirió: Airaos, pero no pequéis; Y luego nos dio una segunda directriz: ocúpate hoy de tu ira. ¡Eso es lo que se llama manejo de la ira! Primer paso: No dejes que tu ira te lleve a pecar, ni por palabra ni por acción. Segundo paso: No dejes que tu ira despierte contigo en la mañana.
Inevitablemente, cada uno de nosotros a veces se ve tentado a reaccionar en forma airada. No obstante, mediante la obra de Dios en nuestra vida, podemos aprender a controlar el enojo. ¿Qué mejor manera hay de influir a las personas que con un espíritu afable, calmado y que refleje la paz de Dios en nosotros?
Ora:
Señor, calma mi espíritu y dale paz a mi corazón, cuando la ira intente ganarme. Permíteme esclarecer mis pensamientos, de manera que recuerde que camino junto a Ti y que ante lo ocurrido, siempre prevalecerá Tu voluntad de bien. Amén.