Escucha:
Pueblos todos, batid las manos; Aclamad a Dios con voz de júbilo. Porque Jehová el Altísimo es temible; Rey grande sobre toda la tierra. El someterá a los pueblos debajo de nosotros, Y a las naciones debajo de nuestros pies. El nos elegirá nuestras heredades; La hermosura de Jacob, al cual amó. Selah (Salmos 47:1-4)
Piensa:
El ser humano se encuentra continuamente buscando la felicidad. Por lo general, salvo ciertas excepciones, las personas buscan disfrutar la vida, estar contentas, asumir cada día como un reto y aprender de cada experiencia. No obstante la vida y su dinamica involucran situaciones que pueden dificultar encontrar esa alegría e incluso retomarla cuando hemos debido afrontar fuertes momentos de angustia, tristeza y desesperanza.
Reflexiona un momento sobre esto: ¿ Te Resulta fácil encontrar la alegría en un mundo tan convulsionado como el de hoy? ¿Cuándo fue la última vez que te sentiste regocijado? Probablemente te hayas alegrado de una buena noticia, pero ¿alguna vez te has sentido regocijado a propósito, siendo consciente de ello? ¿Podríamos ser capaces de hacer eso?
La escritura del día de hoy nos da una pista. Nos habla sobre la alegría que es resultado de las grandes cosas de Dios y su propósito en el corazón de los hombres y nos invita a inspirar nuestro regocijo llamándonos a recordar y ponderar, que todo lo que nos ha sido dado, es producto del obrar del Señor en nosotros.
¿Cómo imaginas que sería el mundo si pudiéramos asumir la “alegría intencional” como una práctica espiritual? Empecemos hoy haciendo una pequeña lista de las cosas que Dios nos ha concedido. Mantenla contigo y ojéala durante la semana, cuenta todas tus bendiciones y déjate sumir en la alegría de saber que el Señor ha derramado sobre ti su grandiosa misericordia.
Recuerda que a pesar de que la vida no sea buena siempre, puedes contar con la alegría de saber que Dios siempre lo será: “Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: !!Regocijaos!” (Filipenses 4:4)
Ora:
Señor te celebro porque eres mi primer motivo de regocijo. Condúceme siempre a recordar todo lo que por mi has hecho, para fortalecer mi alegría, de forma que pueda recibir de ti, el don de la gratitud. Amen.