Escucha:
Yo iré delante de ti, y enderezaré los lugares torcidos; quebrantaré puertas de bronce, y cerrojos de hierro haré pedazos y te daré los tesoros escondidos, y los secretos muy guardados, para que sepas que yo soy Jehová, el Dios de Israel (Isaías 45:2-3)
Piensa:
Reconozco que, muchas veces, no entiendo por qué pasan cosas malas. Aun así, creo que Dios tiene un propósito para todo lo que hace o permite. Mi fe se basa en la doctrina bíblica que dice que el Señor es soberano (Sal 22.28). Él tiene el control absoluto de este universo, del clima natural y político de esta tierra, y de mi vida y la suya.
Cuando estamos en medio de una prueba, es difícil resistirse a clamar: “Señor, ¿por qué está sucediendo esto?” Algunas veces tenemos la respuesta, y otras veces no. De lo que sí podemos estar seguros es que nada sucede por casualidad o accidente. Él tiene un propósito, aun para nuestras experiencias más dolorosas. Además, tenemos esta promesa del Señor: “A los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien” (Ro 8.28).
Es muy difícil, por no decir imposible, ver con antelación cómo utilizará el Señor el mal o el daño para nuestro beneficio. Mi limitada perspectiva humana no me permite captar su plan superior. Pero puedo asegurarle la verdad de esa promesa bíblica, porque la buena obra del Padre celestial se hace visible en mis dolores, dificultades y deficiencias. He experimentado cómo Él ha convertido mi lamento en alegría, y también he cosechado abundantes bendiciones y beneficios de mis horas más oscuras.
Debemos aceptar que lo que hace Dios no siempre parece tener sentido. Isaías enseña que sus caminos y sus pensamientos son más altos que los nuestros (Is 55.9). Pero podemos confiar en que Dios tiene el control, no importa cuán alocado parezca nuestro mundo.
Ora:
Señor, que no tema ante ninguna adversidad, recordando siempre, que mi vida está guiada por Tu voluntad y Tus pensamientos, que son siempre los más altos.