Escucha:
“¿Quién es el hombre que teme a Jehová? Él le enseñará el camino que ha de escoger.” (Salmos 25:12)
Piensa:
Lamentablemente, en algunas ocasiones de la vida, por omisión o deliberadamente fallamos en percatarnos de las cosas que Dios quiere transmitirnos, a través de una situación, de una persona, por medio de Su Palabra. Probablemente pensemos que esa vez nuestra opinión es la correcta o simplemente obviamos, sin saberlo cuál es la voluntad del Señor para nuestra vida.
La historia de Balaam, profeta de Mesopotamia, es un ejemplo de ello. Él, fue prevenido por Dios, de no ir a cumplir con el pedido que el rey de Moab le hacía, que era el de maldecir a Israel, sin embargo la persistencia de Balaam en proseguir su propio camino, a beneficio personal, se mantuvo intacta.
A pesar de Dios ordenarle claramente “No vayas con ellos, ni maldigas al pueblo, porque bendito es.” (Números 22:12), Balam continuó y no fue hasta que enfrentó las consecuencias de su decisión que cambió el objetivo de su viaje.
A mitad del camino El Señor le mostró a través de su asna, que el peligro era inminente, cuando el animal, presintiendo el peligro que se acercaba, se negó a continuar el trayecto, en medio de los azotes de su amo, espiritualmente cegado por la ambición. A pesar el error de Balaam, Dios utilizó al inocente animal para que su camino de perdición fuese dirigido a bendición.
¿Has recibido de parte de Dios, una palabra en tiempos recientes? ¿O Su dirección para indicarte si una decisión es o no precipitada, o si debes continuar con una relación que no te favorece, o a no iniciar ese trabajo que puede traer más dificultades que beneficios? ¿Tal vez te habla acerca de que es tiempo de no esperar, y actuar, sino tiempo de trabajar activamente para Él?
Hoy es el día, esta es la hora. No esperes encontrarte con Dios a mitad del camino como Balaam, sino inícialo con El, camina con Dios desde el principio hasta el final.
Ora:
Señor, indícame el camino a seguir, confiando el plan que guardas para Mí. Si las dudas me llevan a confiar en mi propia prudencia, más que en Tu voluntad, ayúdame a recordar que los planes que me guardas, son los que necesito para mantenerme junto a Ti. Amén