Escucha:
“Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo” (Gálatas 6:2)
Piensa:
Ayudar a un hermano que se encuentra en dificultades es una de las primeras leyes de Dios. Contribuir a que su carga sea llevadera es un deber del siervo fiel. No obstante debe haber un equilibrio en la manera en que podemos ayudar a otros a llevar esas cargas.
En primer lugar, es importante tener en cuenta que nuestra ayuda debe tener un lapso; prestar auxilio a un hermano por tiempo indefinido, podrá ocasionar que nuestra intención de colaborar nos haga ahora dueños de la carga y cree una dependencia con el hermano que queremos ayudar. Asimismo debemos saber diferenciar, en cual situación debemos interceder y con qué tipo de persona debemos cooperar. Como lo dice en Mateo 23:4: “Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas”. De allí que debemos tener ojo acucioso para no endosarnos la carga de personas egoístas o que quieran aprovecharse y que en realidad están en capacidad de llevar sus propias cargas.
Por otro lado, también necesitamos estar atentos a que nuestra ayuda no se convierta para otros en sobreprotección hasta el punto de que nuestros hermanos se sientan abrumados por esas buenas intenciones. Es importante recordar, que no debemos tomar el lugar de Dios en la vida de otros; ni aprisionar o ser intrusos en la realidad de otros hermanos por excedernos en ese deseo de servicio.
Por último debemos reconocer cuando es el momento de alejarnos de situaciones en las que nuestra ayuda ha sido insuficiente o simplemente de situaciones en las que no debemos interceder, y tratar de encontrar el propósito de Dios en ese contexto que vive un hermano.
Aprende en consecuencia a confiar en Dios, no solo para tu vida y propósito sino también para el propósito de otros.
Ora:
Señor, Guíame por el camino del discernimiento para encontrar la forma correcta de ayudar a un hermano con sus cargas. Dame la sabiduría para reconocer cuando debo intervenir y cuando debo alejarme, de manera que mi obrar sea beneficioso para el proposito que tienes para cada uno de mis hermanos. Amén.