Escucha:
Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. (Gálatas 5:22-23)
Piensa:
Una anécdota cuenta que en Japón se discutía el tema: “Cómo glorificar a Cristo en nuestras vidas”.
Una señorita lo ilustró de la siguiente manera: Una mañana de primavera mi madre consiguió unas semillas de flores, y aunque eran feas las sembró. Brotaron, crecieron y florecieron. Un día una vecina nos visitó, miró las flores y dijo, ¡Oh, qué bonitas son!, ¡Regálame una, por favor! Bien, si la señora hubiera visto solamente las semillas no las hubiera pedido. Así es con el cristianismo. Hablamos con nuestros amigos acerca de las verdades de la Biblia y poco caso hacen de nuestra recomendación y elogio del evangelio. Pero si vieran florecer estas verdades en nuestras vidas en forma de palabras benignas y hechos de bondad y benevolencia, etc. entonces dirían, “Qué hermosas son estas vidas”.
Esta es una excelente ilustración para que recordemos que nuestro ejemplo tiene mucho más poder que nuestras palabras. La gente está cansada de los discursos, de que se le pongan reglas, de ver personas que predican una cosa con su boca y en sus vidas son y hacen totalmente lo contrario.
Tratemos de ser siempre un ejemplo para todos los que nos rodean, que cuando nos vean, puedan ver la obra de Dios en nuestras vidas, que no sea necesario que hablemos para que la gente quiera conocer a Jesús.
Ora:
Señor, quiero imitarte, seguir tu ejemplo y convertirme en un modelo que sirva a otros en su desarrollo. Dame sabiduría para tomar las decisiones correctas y de esa forma ser, con mis dones y capacidades instrumento de tu acción y propósito en la vida de los que me rodean. Amén.