Escucha:
“Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció Jehová y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto. Y pondré mi pacto entre mí y ti, y te multiplicaré en gran manera” (Genesis 17:1-2)
Piensa:
Algunas veces podemos sentir que ya no estamos a tiempo de realizar ciertos cambios en nuestras vidas. Es ese sentimiento de que hemos cometido errores, hemos fallado y que quisiéramos poder devolver el tiempo para repararlos, de forma que nunca nos hubiesen afectado.
En estas circunstancias, ciertamente se nos hace complicado entender porque nos ocurren tales dificultades, que nublan nuestro horizonte y nos impiden ver un mejor futuro. Nos parece tarde para comenzar de nuevo y sentimos que ya hemos perdido las oportunidades para hacer realidad nuestros deseos.
Debemos alejarnos hoy de esa angustia, de esa ansiedad que nos derrumba, porque siempre hay tiempo para emprender el viaje que un día debimos atrasar, si confiamos en que Dios es nuestro guía y la fe nuestro camino.
Cuando Abraham tenía 99 años, El Señor hizo un pacto con Él. Le daría nueva vida, un nuevo nombre y lo definiría como padre de muchas naciones. Como vemos, Abraham a los ojos del Señor, no fue definido por sus errores o por su pasado, sino por su futuro.
Así debemos nosotros sentar las bases de nuestra esperanza, sabiendo que a pesar de habernos rendido en un momento, tenemos con nosotros la confianza del Señor. Él cree en nosotros y para Él nunca es tarde, cuando se trata de bendecirnos con un espíritu renovado, nuevo y presto para afrontar con esperanza, ese futuro al que un día renunciamos.
Ora:
Señor, tu que eres dueño de la eternidad ayúdame a ver más allá mis errores pasados y presentes. Abre mis ojos y mi corazón a las posibilidades, hechas bendiciones, que pondrás en mi futuro. Amén