Escucha:
“La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas?” (Mateo 6:22)
Piensa:
Creo que cada uno de nosotros posee una imagen de sí mismo que se ha forjado en el tiempo con cada una de las experiencias que ha vivido. Algunos poseen una imagen negativa, se recriminan sus acciones, sus respuestas ante una determinada circunstancia; piensan incluso que siempre están equivocados. Otros por su parte aprenden de los errores y trata de hacer de cada situación una oportunidad para crecer.
Lo que muchos pasan por alto, es que la imagen de nosotros, que tengamos hoy, determinará el tipo de camino que debamos enfrentar. ¿Cómo alcanzar una meta para la que pensamos que no estamos capacitados? ¿Cómo crecer y madurar a nuestro máximo potencial, si la imagen de nosotros nos limita desde el comienzo?
La escritura de hoy, nos llama a convertir nuestras tinieblas en luz, bajo la guía de Dios. Transformar lo negativo que nos incomoda, en senderos para mejorar. Atravesar de la mano del Señor esos obstáculos que nos limitan, para alcanzar la excelencia en todas las áreas de nuestra vida: dando más, sirviendo más, entregando afecto, en acciones y palabras a aquellos que nos rodean, sirviendo con humildad a Dios.
Cuando empecemos a transformar nuestras tinieblas en luz, empezaremos a observar las maravillosas bendiciones de Dios, surgiendo en cada uno de nosotros.
Ora:
Señor, guíame a encontrar el camino para cambiar mis tinieblas por luz, para de esa forma disfrutar de las maravillosas bendiciones que sólo Tú puedes brindarme. Amén