Escucha:
Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo. (Efesios 4:32)
Piensa:
Hace unos días, después de varios años logre conversar con un buen amigo de la universidad, muy humilde, que había sido uno de los que más había luchado para conseguir su graduación.
En un momento de la conversación me comento que en este momento, se encontraba a plenitud: tenía una familia hermosa, había conseguido su empleo soñado y vivía en la ciudad donde siempre quiso estar. Sin embargo me alerto que a pesar del éxito, no se olvidaba de aquellas personas que lo habían acompañado y que no estaban pasando por una buena situación; intentaba ayudarles en lo posible para que pudieran encontrar nuevamente su camino.
Mi amigo me recordó el ejemplo de cómo debemos reaccionar cuando numerosas bendiciones de Dios llegan a nuestra vida. Muchas personas pueden olvidar por un momento, que con su éxito han alcanzado un objetivo, obviando las realidades de otros, cuando al final el Señor desea que esas bendiciones que nos regala sean instrumento para ayudar a avanzar a aquellos que nos rodean.
Somos todos amagos por Dios y todos necesitamos de Él en las buenas y en las malas. El éxito, la abundancia y posiciones que El Señor nos ha dado, deben ser herramientas para fortalecer y motivar a otros en momento de dificultad, ya que al hacerlo demostramos humildad a los que nos rodean y en consecuencia nos hacemos más humildes ante el Señor.
Ora:
Señor, que las bendiciones que de Ti recibo, sean instrumento para ayudar dentro de mis posibilidades, a aquellos que me rodean, de manera que pueda mantenerme humilde ante ellos y ante Ti Amén.